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Por Lyda Durango.

Hace escasamente un mes estábamos lamentando la muerte de dos leones en un zoológico de Chile porque un joven tuvo un intento suicida en la jaula de los felinos: 2 leones que años atrás habían sido rescatados de situaciones de maltrato y abuso.

A los pocos días nos indignaron los titulares que nos contaban el trágico final de Harambe, el gorila de espalda plateada del zoológico de Cincinatti, asesinado porque presumiblemente podría causar daño a un niño que por accidente terminó en su recinto.

Sólo pasaron un par de semanas cuando nos enfrentamos con otra noticia dolorosa para quienes defendemos la vida animal: 4 caimanes fueron asesinados en la búsqueda del cuerpo de un niño que supuestamente fue arrebatado por un caimán a sus padres, pero cuyo cuerpo apareció al día siguiente sin señales de maltrato o violencia.

¿Qué diría Peter Singer?

Dentro del ámbito académico, para los animalistas el filósofo y experto en bioética Peter Singer constituye un referente ético y filosófico. En su columna “Harambe the gorilla dies, meat-eaters grieve”, Singer explica cómo en un marco de histórico y sistemático abuso a los animales , la muerte de Harambe es sólo un incidente.

Hilando un poco más fino, deja entrever que la explotación animal para cualquier tipo de consumo humano es la justificación perfecta para la reacción de los funcionarios del zoológico donde Harambe habitaba desde el 2014 luego de abandonar una vida miserable desde el mismo momento en que nació en cautiverio.

Las claves de los asesinatos del último mes

  1. Los zoológicos como centros de reclusión: tradicionalmente, los zoológicos han funcionado como lugares en los que las personas citadinas tienen la oportunidad de entrar en contacto con especies animales que de otra forma tal vez no podrían conocer en persona. Sin embargo, los zoológicos están cada vez más llamados a renovarse y convertirse en verdaderos centros de bienestar animal, cuya labor sea brindar un espacio para recuperar animales y especies que están en riesgo de extinción. Los zoológicos deben reorientar su razón de ser para ser consecuentes con la sociedad moderna en la que están muy mal vistos el cautiverio y el maltrato animal. Y mucho más el asesinato. ¿Si se trata de lugares destinados a conservar la vida animal porqué no estaban preparados para manejar las situaciones antes mencionadas con un enfoque de protección animal?
  2. La percepción de la vida animal: siglos y siglos de discriminación moral hacia los animales sustentan comportamientos reactivos y primarios como los cuestionados en este artículo. Esa corriente científica y hasta filosófica que pone al ser humano por encima de los animales sólo por el hecho de que el ser humano tiene una capacidad de raciocinio diferente a la del animal (no realmente superior), dan cabida al trato degradante y humillante al que sometemos a los animales día a día en diferentes aspectos de la vida en sociedad. De allí que usemos las palabras “animales”, “burros”, “bestias”, “perros”, “perras” de forma despectiva para hacer analogías animales con las personas. Cabe mencionar que ha sido la teoría antropocentrista la que ha permitido que el deterioro de los recursos naturales avance hasta el punto en el que estamos actualmente.
  3. Antropocentrismo vs zoocentrismo: en sintonía con lo anterior, nos hemos acostumbrado a la teoría antropocentrista en la que el ser humano es el centro de todo y la medida de todas las cosas. Lo que no es útil para el ser humano, no sirve; así podría resumirse el antropocentrismo. En esta medida, los animales no son considerados seres dotados de derechos morales y éticos por el sólo hecho de compartir con nosotros este planeta. Para el zoocentrismo, en el otro extremo, todo ser vivo con capacidad de sufrimiento merece una consideración moral, y esto incluye a todos los animales. Ya mencionado anteriormente, el filósofo Peter Singer es uno de los pioneros de esta corriente. Dentro de la cual se concluye que someter a un animal al sufrimiento para el entretenimiento, la comida o la experimentación científica (por poner sólo algunos ejemplos) de los seres humanos es una práctica meramente utilitarista y por lo mismo moralmente despreciable.

¿Todavía te sorprenden los asesinatos de los leones, el orangután y los caimanes?

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